Literalmente hablando, “un corrector es todo quien corrige o todo lo que corrige”, según se mire. Pero si hablamos de nutrición y, más concretamente, de la elaboración de raciones para las aves, por corrector se entiende aquel producto, o mezcla, que se añade a las raciones con el fin de compensar las posibles deficiencias de los componentes de éstas e incorporar algunos aditivos promotores del crecimiento y/o activadores del estado de salud del animal.
De esta definición se deduce que los correctores también reciban el nombre de “premezclas” – o “premix”, en inglés – ya que, en efecto, tanto pueden contener todas aquellas vitaminas y oligoelementos minerales que no son aportados en suficiente cantidad mediante las diversas primeras materias que componen la ración, como aportar, conjuntamente, determinados aditivos considerados necesarios para mejorar los resultados zootécnicos de los animales.
Por último, dado que las cantidades requeridas de todo el conjunto de vitaminas, oligoelementos y aditivos varios son sumamente reducidas y su incorporación a las raciones, aun en forma conjunta, se prestaría a errores de mezclado, todos los correctores vienen complementados con un determinado “excipiente” para completar una dosificación determinada, aunque solo a efectos de completar el volumen que se desea. De esta forma los volúmenes a adicionar de los correctores o premezclas comerciales más habituales se sitúan, por lo general, entre el 0,2 % y el 0,5 %, lo que representa unos niveles para su incorporación en las fórmulas entre 2 y 5 kg/ton.
En cuanto a la naturaleza de este excipiente, en todo caso debe ser un producto aprobado para su empleo en alimentación animal, tener una baja humedad y una densidad y textura compatibles con la de los elementos con los que se ha de mezclar. En general, se trata de productos vegetales de relativamente baja densidad.
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