Argentina
Producción de leche
Producir leche con buenas prácticas tiene su recompensa
La empresa DPA paga una bonificación a los tamberos que producen bajo protocolos de calidad.
28/09/2009 Portal lechero

No es fácil convencer a un productor lechero de que implemente protocolos de buenas prácticas agrícolas en su explotación cuando el precio de la leche, en muchos casos, ni siquiera cubre los costos operativos.

Es difícil que alguien esté dispuesto a invertir en infraestructura, para que la empresa o cooperativa a la que entrega lo recompense con algunos centavos por litro, cuando está pensando en que el cheque con la liquidación y las compensaciones pocas veces llegan en tiempo y forma para seguir planificando su actividad.

Ahora bien, cuando se trata de mejorar los procesos para ser más eficiente, ordenar el tambo y la explotación en general, con vistas a ajustar los números, ahí están los técnicos, las unidades académicas y algunas usinas lácteas trabajando en proyectos concretos. La meta es que la calidad de los alimentos que se producen en Argentina sean cada vez mejores en todas las cadenas.

La implementación de protocolos Global Gap para la producción de leche (sistema de gestión de calidad requerido por la Unión Europea, por ejemplo, para los alimentos extra comunidad), normas ISO para el control de fallas en el tambo, bienestar animal y gestión integral de calidad bajo normas como las de Análisis de Peligros y Puntos de Control Críticos (HACCP en sus siglas en inglés), fueron los temas centrales que se plantearon el viernes pasado en una jornada organizada en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNC y financiadas por un convenio de cooperación y de seguimiento con la Agencia Internacional de Japón (JICA).

Cambio de actitud. Según la ingeniera agrónoma María Verónica Aimar, coordinadora del evento, los tiempos que corren en el negocio ganadero exigen una nueva visión, un cambio cultural en la empresa, en la forma de trabajar y gestionar, a partir de la incorporación de las herramientas de planificación y control.

El desafío pasa por entender que las mejoras se dan en el día a día, a partir de la medición, evaluación y registro. Si bien existen experiencias y técnicas probadas, nadie regala nada.

Las mejoras no siempre se traducen en resultados económicos, pero sí se ven en el funcionamiento integral de la empresa.

El aporte de la gestión de calidad en la producción ganadera se hace visible en la optimización del uso del tiempo, el dinero y los esfuerzos que se economizan al sistematizar y estandarizar procesos con el fin de completar un ciclo de mejora continua en la empresa. Obviamente, esto facilita, además, la detección de problemas o errores y la implementación de acciones para corregirlos.

“Es importante que los productores tomen conciencia de que el concepto de gestión de calidad en el tambo es algo dinámico y cambia con el tiempo. Antes teníamos en cuanta sólo la grasa; ahora se le suman las proteínas y pronto serán la calidad de los alimentos de los animales, la seguridad ocupacional de los operarios, el bienestar animal y hasta el cuidado del medio ambiente los que darán a nuestra leche un valor agregado” sintetiza la docente de la cátedra de producción lechera.

Así es que se han creado desde la facultad, junto a otros organismos, manuales de fácil implementación a campo, de autogestión y auditarles, basados en protocolos como los Sistemas de HACCP, para que productores y técnicos puedan en sus rutinas de trabajo, establecer prioridades y ajustar las fallas y su severidad.

Tres centavos. Ese es el valor por litro que perciben los establecimientos de producción de Córdoba, Santa Fe o sur de Buenos Aires que entregan a la empresa DPA (Dairy Partners Americas Manufacturing Argentina Ex Nestlé) durante un año, por cumplir con los protocolos que la firma tiene en vigencia sobre mejora continua en gestión de calidad y buenas prácticas.

Si bien, los mayores beneficios se perciben en un mejoramiento integral de la empresa y la explotación, el incentivo de unos centavos más en tiempos de crisis no son para nada despreciables. Sobre todo, para aquellos productores que entregan un volumen que oscila los 5.000 litros diarios.

“Es como agregarle un día un día mes” sostiene Gonzalo Tentor, responsable del proyecto de buenas prácticas en el tambo, perteneciente a la planta Firmat de DPA.

Aunque varias de las usinas lácteas argentinas ya cuentan desde hace algunos años con protocolos propios, el caso expuesto por técnicos de la Fundación ArgenInta fue sobre la empresa DPA, a la cual auditan en forma externa.

El sistema se implementó hace cuatro años sobre proveedores o tumbos fijos de la empresa con una asimilación del 40 por ciento de las explotaciones. Para 2009, el objetivo es llegar al 75 por ciento subraya Tentor. Mientras, del total de los tamberos cordobeses que entregan en la planta de Villa Nueva “que suman el 70 por ciento del total de proveedores que tiene la empresa en el país” el 50 por ciento cumple con las buenas prácticas de manejo y percibe el incentivo de los tres centavos por litro para el caso de los establecimientos categoría A y dos centavos para los de categoría B.

Política integral. Desde la Fundación ArgenInta, el ingeniero en alimentos Daniel Gnes sostiene que aunque no es un sistema para todos, porque a veces las inversiones suelen ser costosas, no existe un perfil definido de productores para ajustarse a este tipo de protocolos.

“Sólo hace falta tener la intención de trabajar ordenadamente para saber qué se está haciendo, cómo y de qué forma se pueden repetir en el tiempo las cosas que se están haciendo bien” añade Gonzalo Tentor.

Según el técnico, lo más importante en la implementación de estas prácticas impulsadas por las empresas receptoras de leche, es la política de desarrollo y crecimiento del proveedor; al tiempo que se lo hace partícipe en el trabajo de pensar que si la materia prima es de excelencia, los productos lácteos obtenidos también lo serán y el beneficio será para ambos.