Su creador Roberto Rossanigo afirmó que lo que busca WL en todos sus materiales es producción, persistencia y sanidad, y destacó que hay mucho por hacer en enfermedades foliares.
Aunque reconoció que el mejoramiento convencional está llegando a su techo, puso mucho relieve en el aporte que hará la biotecnología y los marcadores moleculares.
A la vez, subrayó el gran aporte que harán las alfalfas con taninos, ya que permitirán una mayor eficiencia de utilización de la proteína en el rumen, eliminará riesgo de timpanismo y significará menores pérdidas de nitrógeno hacia el ambiente.
En alfalfa, los objetivos inmediatos pasan por mejorar la estructura de la planta, que implica una mayor foliosidad, una mejor distribución de hojas y estructura de la corona
En materia sanitaria, planteó que en Buenos Aires, el gran enemigo es la antracnosis, en tanto en la zona de Rafaela, el gran enemigo es la fitóftora. Añadió que en el grupo de latencia 10, los cambios han sido notorios.
El experto enfatizó que es notable la diferencia de la nueva genética en su persistencia en el tercer y cuarto año de vida, frente a la genética antigua (representada por Monarca).
Insistió en que el sobrepastoreo es el gran problema en el manejo del cultivo y que, por ello, los nuevos materiales también deben ser tolerantes al estrés cultural.
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