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ESPAÑA
Inconvenientes
Absurdas barreras a la explotación del pollo campero
Un granjero que quiera instalar un pequeño matadero en su granja debe pasar por un verdadero calvario burocrático.
13/05/2013 -

Uno de los primero requisitos para lograr desarrollar cualquier industria es contar con un potencial consumidor bien informado y con una Administración que agilice la apertura de nuevas empresas.

En España, un consumidor que quiera saber cómo y en qué condiciones se ha criado un pollo y qué tipo de alimentación ha recibido el animal debe emplearse con ahínco: el etiquetado, facultativo de cada productor, no ayuda en absoluto. Por otro lado, un granjero que quiera instalar un pequeño matadero en su granja para agilizar la llegada al mercado de su producto con plenas garantías sanitarias debe pasar por un verdadero calvario burocrático. Lo que, de facto, viene a imposibilitar la puesta en marcha de pequeños mataderos en la explotación.

Estas dos absurdas barreras, la dificultad para formar al consumidor y de llegada al mercado y encarecimiento del producto final, vienen centrando parte de la importante labor que desde AviAlter se realiza para impulsar la cría del pollo diferenciado o campero.

De hecho, estos problemas se abordarán en profundidad el martes 28 de mayo en el marco de las Jornadas Profesionales de Avicultura, en concreto en la ponencia que José Carlos Terraz, Presidente de AviAlter, impartirá en relación al desarrollo de la producción de pollo diferenciado y/o campero.

Estas barreras para llegar al consumidor suponen actualmente un importante freno para desarrollar una industria rural que aporte productos de mayor valor añadido. Si el etiquetado es facultativo, y en él se mezclan nombres comerciales, marcas, imágenes y dibujos, el consumidor no puede segmentar por productos, con lo que la elección final se toma en base al precio y el criador español pierde una buena oportunidad para incrementar su rentabilidad. Si a ello se le añade la dificultad para instalar pequeños mataderos (como sí se permite con facilidad en algunos países europeos), limitamos la capacidad distribuidora y comercial del ganadero. Limitamos su viabilidad comercial al cercenar su autonomía con un peaje sobre el coste productivo sujeto a las tarifas de mataderos externos.