El precio justo de la leche, los contratos homologados, la “invasión” de la leche francesa, Nueva Rumasa y las marcas blancas son algunos de los problemas del sector lácteo que se apuntan en el editorial de último número de su revista “Frisona Española”, editada por la Confederación de Asociaciones de Frisona Española (CONAFE).
Bajo el título “El umbral 0,33” expone al principio que “hace un año, recogíamos en esta página las inquietudes del subsector productor de leche frente al ejercicio que comenzaba: el precio de la leche, la limitada implantación del contrato homologado, la necesidad de mantener las ayudas directas… Doce meses después, la situación, lejos de mejorar, ha experimentado una vuelta más de tuerca con la subida del precio de las materias primas”.
“Los fabricantes de alimentos para animales muestran su preocupación por esta situación límite y afirman no saber cuándo va a terminar la subida de precios… Al final, es pura especulación de productos de primera necesidad consentida por los gobiernos, que a la hora de establecer un precio mínimo de la leche apelan al Tribunal de Defensa de la Competencia, pero que poco hacen respecto a la defensa de los ganaderos frente a la competencia del comercio mundial”.
El siguiente frente abierto es el de los contratos homologados, “definido por algunos como ‘elemento clave de cohesión y estabilización sectorial’, pero que en la práctica está haciendo lo contrario: el productor desconfía seriamente de la transparencia y fiabilidad de un convenio en el que poco o nada puede decir (por supuesto, nunca decidir), respecto a precios, duración y condiciones. Un contrato en el que no se contemplan, además, los costes de producción”.
Apunta el editorial a continuación sobre cuál es el precio justo de la leche. “Un grupo de ganaderos de Cantabria manifestaba recientemente que no valía la pena seguir produciendo leche si el litro se pagaba por debajo de 33 céntimos de euro”. Añade del escaso margen que le queda al productor, de las subidas en la alimentación del vacuno y de que al animal no se le puede reducir su alimentación si no se quiere que empeore su salud.
Luego viene el capítulo de peticiones al MARM, al que reclaman “menos buenos propósitos y más medidas fehacientes para superar la crisis. Se está pidiendo el mantenimiento del sistema de cuotas más allá de 2015 para evitar el cierre de numerosas pequeñas y medianas explotaciones que no podrán hacer frente a una nueva reducción del precio de la leche, previsto en torno a un diez por ciento”.
Apunta después al control, cada vez mayor, de la industria láctea gala en España, para añadir la crisis de las empresas de Nueva Rumasa y su deuda de 7,5 millones de euros en impagos a los ganaderos.
Concluye su editorial con el tema de las marcas blancas. “Marcas blancas –en general- ofertadas como reclamo que tienen muchas posibilidades de estar escondiendo productos de dudosa calidad y procedencia, vendidos por debajo de los costes de producción; a veces a precios tan baratos que el consumidor debe creer que la leche surge espontáneamente de los manantiales…. El consumidor debe saber que el producto que se le oferta es de calidad contrastada y que por ello debe pagar un precio justo para él y para el resto de la cadena”.
Concluye: “Son muchos los frentes abiertos, viejos y nuevos; el desmantelamiento del sector primario es un hecho real y palpable y con poco más de 30 céntimos por litro, poco se puede invertir en estrategias de futuro”.
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