La Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales (CESFAC) cree que es difícil que en España se produzcan casos de contaminación por dioxinas por su distinto sistema de comercialización de grasas animales y vegetales respecto a países como Holanda o Alemania.
La Comisión Europea propuso esta semana imponer nuevas exigencias a las industrias relacionadas con el sector de piensos, como la separación de grasas alimentarias y no comestibles, con el fin de evitar nuevos casos de contaminación por dioxinas como el que afecta a Alemania. El director de Cesfac, Jorge de Saja, ha explicado que la separación de líneas de producción, que es una de las medidas más relevantes que baraja Bruselas, afecta más a otros países que a España.
De Saja ha indicado que el problema en Alemania se ha producido por un eslabón de comercialización, denominado ‘mezclador’, que recoge grasa de diferentes orígenes y para distintos destinos, y que ha desviado parte de ese producto a un uso alimentario. Esta figura, según ha señalado, se produce poco en España porque las que procesan grasas vegetales y animales son empresas que están registradas para esa actividad, han tenido que ser autorizadas expresamente y acreditar que cuentan con un sistema de control de riesgos. Según ha precisado, la mayor parte de la grasa que está autorizada para alimentación animal es grasa procesada y tratada por centros autorizados para ello y la compra se realiza desde la planta que procesa y trata al destinatario final, por lo que la relación es directa y no suele haber eslabón comercializador.
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