Los productores gallegos reciben hoy por el litro de leche que entregan a las industrias una media de 27,9 céntimos, el valor más bajo de la UE, excluida Portugal y los países del Este. Y esto sucede mientras los precios galopan en los países comunitarios, que han conseguido acompañar las dinámicas alcistas del mercado. En Galicia, donde 1.200 explotaciones han cerrado en el último año, se paga la leche unos diez céntimos por debajo de lo que cuesta producirla.
El caso de Francia es paradigmático en sentido contrario. Es la referencia de los ganaderos gallegos, que aspiran con este boicot a que se les pague 31 céntimos por litro (en Francia los datos de agosto rozan ya los 32), y que sean las Administraciones, como sucedió en el país galo, las que cojan el toro por los cuernos y pongan de acuerdo a productores e industrias.
En Galicia, las pérdidas estimadas por 18 meses de caída de precios se han establecido en 200 millones de euros. La comparación entre lo que percibe un ganadero gallego y otro asturiano con las mismas vacas y las mismas condiciones de producción deja un saldo negativo para el granjero galaico de 12.000 euros anuales, según han denunciado los sindicatos agrarios. La Xunta ha reprochado a las industrias que mantengan unos precios tan bajos de recogida cuando el mercado dicta otra cosa, ha denunciado prácticas al límite de la legalidad por parte de las industrias y ha pedido al Gobierno central que dé un manotazo en la mesa.
En enero del 2008 los ganaderos gallegos percibieron 44 céntimos por litro; desde entonces la bajada ha sido de 16 céntimos (un 37% menos). El conselleiro de Medio Rural, Samuel Juárez, apunta que hay tres razones para explicar este comportamiento anómalo. En España hay dos tipo de industrias, unas «que se poden permitir o luxo da marca propia» y otras
que «alimentan moito as marcas brancas», más abundantes en Galicia que en otras comunidades como Asturias, con precios mayores, según Juárez. También influye la cantidad de leche que entregan los ganaderos, y en Galicia hay más granjas con poca cuota, lo que acabaría por sesgar el precio ponderado. «En Valencia a maioría son grandes explotacións», precisa. Por último, «estamos nunha esquina» y eso encarece el transporte. Conviene, no obstante, en que «hai algunhas empresas que para o mesmo tipo de explotación en Galicia pagan un prezo diferente sen que exista unha explicación clara».
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