El sector y las administraciones, tanto a nivel nacional como europeo, han volcado sus esfuerzos en un sistema de seguridad que no puede ponerse en tela de juicio por este hecho aislado, y que si por algo se ha caracterizado es por la inexistencia de este tipo de incidentes.
Gracias a la trazabilidad se puede identificar la explotación de procedencia y seguir el rastro de la carne, “DESDE EL NACIMIENTO DEL ANIMAL HASTA EL PUNTO DE VENTA”. Todo un sistema de control (que identifica al animal y registra todos sus movimientos, registra también la explotación o explotaciones donde ha nacido y se ha cebado, en su caso; y las industrias, mataderos y salas de despiece, así como los puntos de venta), que ha convertido al sector en uno de los más controlados y reglados. Un sistema de calidad de los más exigentes y con un único objetivo: la seguridad alimentaria.
Lamentablemente esta noticia no ha hecho otra cosa que menoscabar la imagen de un sector que ha mantenido sus niveles de calidad muy altos. Antes de establecer cualquier conclusión, debemos esperar a que las investigaciones determinen si se ha producido tal contaminación alimentaria, y en ese caso, si la carne procedía de una explotación española, europea o de países terceros; y localizar el eslabón de la cadena donde se habría producido el error para poder así depurar responsabilidades. Pero en cualquier caso, este incidente aislado no debería echar por tierra el eficaz trabajo realizado hasta ahora por ganaderos, industrias y administraciones.
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