Economistas de la Fundación Mediterránea auguran un futuro promisorio para la ganadería bovina, pero reconocen que el presente es complejo.
Juan Manuel Garzón y Nicolás Torre realizaron un informe en el que sostuvieron que:
El consumo mundial promedia menos de 40 kilos por habitante (2009), escondiendo diferencias importantes entre países. El mundo que come poca carne, en términos relativos, es el mundo que más está creciendo y el que tiene una situación macroeconómica que transmite optimismo de cara al futuro.
La Argentina se encuentra entre el grupo selecto de países que pueden abastecer a una demanda creciente de carnes.
Las existencias bovinas tuvieron un importante crecimiento tras la crisis de 2001, aumentaron un 12% entre 2001 y 2006.
A partir de 2007 la faena se incrementó vía un marcado ciclo de liquidación de vientres que se extiende hasta finales de 2009.
La tasa de extracción observada entre el 2007 y el 2009 (faena en relación con el stock) excede significativamente el nivel que se considera de equilibrio próximo al 25%. El período de elevada tasa de extracción coincide con alta participación de hembras en la faena total, que fluctúa en torno al 48%/50% durante todo 2008 y 2009.
La fuerte reducción del stock bovino entre 2007 y 2010 será entonces la consecuencia de la elevada extracción con alta participación de hembras. Esta situación permitió niveles de producción de carne bovina y de consumo interno récord durante los años 2007, 2008 y 2009, pero no sustentables.
La producción de carne creció de tres millones de toneladas res con hueso en 2004 hasta 3,37 millones en 2009, un aumento del 12%, haciendo la salvedad de que el stock ganadero en este último año era igual o algo inferior al de 2004.
Tras la crisis de 2001, el consumo per cápita de carne bovina se mantuvo en torno a los 60 kilos por habitante hasta 2005.
El escenario comienza a cambiar sustantivamente cuando en el transcurso del año 2006 se cierran exportaciones, hay incremento de las retenciones y la creación de registros no automáticos de ventas externas exportaciones. A partir de entonces, se reguló el flujo exportado de manera de garantizar mayor disponibilidad de carne en el mercado interno. La continuidad de este fenómeno disparó la fuerte liquidación de vientres lo que generó un elevado nivel de actividad en la industria frigorífica que el tiempo mostraría que no sería sostenible.
La corrección de precios internos de la carne bovina y del animal en pie hacia fines de 2009 y comienzos de 2010 detiene el ciclo de liquidación de vientres y los altos niveles de faena, lo que incentivó a los productores a invertir nuevamente en la producción bovina, aunque todavía no está claro con qué intensidad.
Se requerirán varios años de inversión para recién poder recuperar niveles de actividad producción (sustentables) como los que mostró la cadena en los años recientes (no sustentables).
La Argentina podrá recuperar el nivel de faena observado en 2009 (16 millones de cabezas) si en los próximos dos o tres años baja de forma importante la tasa de extracción, de manera de recomponer las existencias de ganado bovino.
Se estima que recién en 2014 podrán superarse los 14 millones de cabezas faenadas.
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