Rodrigo de la Maza tiene 21 años y quiere vivir de la ganadería. Lleva en ello año y medio.
Cómo ser un joven ganadero y no morir en el intento. Este podría ser el título de una película o el reflejo de la situación que está viviendo un joven ganadero de Soba. Rodrigo de la Maza Cervera tiene 21 años y lleva dado de alta como ganadero desde mayo de 2008. Sabe que la vida que ha elegido llevar no es fácil, pero le gusta lo que hace y por eso sigue luchando con la ayuda incondicional de sus padres, sin los que «no hubiera podido ni intentarlo», asegura.
No todo el mundo entiende porqué un joven elige esta profesión, pero Rodrigo lo tiene muy claro «siempre me ha gustado la ganadería, además, cuando empecé se pagaba bien la leche y me lo pusieron muy fácil», recuerda. Antes de tomar la decisión, al joven le aseguraron que recibiría una subvención por parte del Gobierno de Cantabria de 44.000 euros y un crédito al cero por ciento de interés. Pero las cosas son bien distintas. Todavía no ha recibido el dinero prometido y el crédito le ha tenido que contratar él con el banco, una hipoteca con sus intereses correspondientes.
Para recibir la subvención de 40.000 que finalmente le aprobaron por nueva incorporación, el ganadero debe tener todo comprado y pagado, una inversión que supera los 100.000 euros, ya que la subvención sería el 35% del total. «Pero me siguen pidiendo papeles», dice resignado, «y cuando me entreguen el dinero tendré que dárselo al banco en intereses». También se queja de que con 21 años no tiene ningún dinero para adelantar, «si sé lo que hay no me habría metido en esto».
Para poder optar a ayudas y poder labrarse un futuro en este sector, los padres de Rodrigo pusieron a su nombre todas las vacas (96 en total), las fincas y la maquinaria, y siguen trabajando para poder sacarlo adelante.
Pero el problema no termina ahí. A Rodrigo le aseguraron que le entregarían una cuota de leche de 80.000 litros, cuando la realidad es que le han concedido una de 11.000, que es el trabajo de menos de tres semanas. El resto del tiempo debe pagar para alquilar cada litro de leche, que se vende por debajo de los costes de producción, ya que no llega a los 30 céntimos el litro. El joven se desespera y piensa que «el Gobierno de Cantabria no quiere que los jóvenes se hagan ganaderos». También tiene un mensaje para el presidente de Cantabria. «A Revilla le diría que apoye más la ganadería, que ha sido la base de la región junto con la pesca» afirma tajante Rodrigo de la Maza, un joven que ve como «me están quitando la ilusión».
Soba se está quedando sin ganaderos, sólo otros dos jóvenes de la edad de Rodrigo han decidido seguir este camino. La ganadería ha sustentado siempre la economía en esta zona y cada día que pasa las cosas se ponen más complicadas. Los pequeños pueblos de Soba, como Rozas, donde vive este joven, se quedan sin gente. Únicamente La Gándara parece que está creciendo. Rodrigo de la Maza se queja de que «todo lo concentran allí y los demás nos quedamos sin nada».
El día a día
Los días no son fáciles para un ganadero que madruga mucho para atender sus tareas, cada día, sin fiestas ni fines de semana. Cuando se levanta se dirige a la cuadra para ordeñar, echar de comer a las vacas, limpiar los prados, la cuadra y dar de comer a las novillas. Después, una pequeña pausa para el almuerzo y a seguir trabajando.
El descanso llega a la hora de comer, alrededor de las tres, pero por la tarde, sobre las cinco, «vuelta al tajo». Hay que volver a dar de comer a las vacas, ordeñar de nuevo y finalizar todas las tareas hasta aproximadamente las nueve de la noche, cuando finaliza su jornada.
«No puedo quedar con mis amigos ni con mi novia», dice Rodrigo, quien en los momentos más tristes piensa que está perdiendo su juventud. Pero eso no impide que continúe al día siguiente con más fuerza. Su padre afirma que para dedicarse a la ganadería hace falta tener mucho valor, mucho amor al trabajo y mucho cariño. Y eso precisamente no le falta al joven. En él no faltan ganas de seguir aprendiendo cada día, a pesar de las «trabas que parece que te ponen continuamente», dice. Ilusionado, muestra un folleto de toros. Ha realizado cursos de inseminación y él mismo elige los toros. Seguramente, las ayudas llegarán, pero la pregunta es: ¿Lo harán a tiempo?
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