Las deyecciones ganaderas no tienen por qué ser sólo eso. Estos residuos, además de utilizarse para la producción de abono y compost, tienen un gran potencial energético. De media, en España el ganado produce al año 48.924.118 toneladas de deyecciones (sin contar con el ganado sin estabular), de las que 23.430.166 son de purín de cerdo, 14.146.063 son estiércol de vaca, 3.024.831 de gallinaza y 8.323.058 de otras especies, como equinos. Así se desprende de los informes elaborados por el grupo de trabajo que participa en el macroproyecto Probiogás, liderado por Ainia Centro Tecnológico y cofinanciado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.
A pesar del volumen teórico, el uso de las deyecciones ganaderas es prácticamente inexistente. De ahí que «el potencial disponible sea de más de 41 millones de toneladas al año. Dicho de otro modo, España puede disponer del 84,3 por ciento de estos residuos accesibles que se generan para producir biogás», explica Andrés Pascual, coordinador del proyecto y responsable de la línea de investigación de biogás de Ainia.
Hoy, en cambio, los desaprovecha. Cuando con esos más de 41 millones de toneladas de purines, estiércol... en definitiva, mierda, el país puede producir casi dos millones de metros cúbicos (m3) de biogás al año y generar más de cuatro millones de kilovatios hora (kWh) eléctricos, puesto que «de cada m3 se producen unos 2,1 kWh», afirma Pascual.
Mientras que Castilla y León es la región que lidera el ránking de potencial de biogás en España por los residuos agroalimentarios en general, Cataluña, con más de ocho millones de toneladas, es la que más biogás podría producir a partir de deyecciones ganaderas: 346.822.058 m3 de biogás al año. Por provincias, Lérida es, con 3.096.829, la que más toneladas de purín de cerdo produce y la segunda, sólo tras Cantabria, en estiércol de vaca: 1.271.560.
LAS MENOS EFICIENTES
Producir electricidad renovable con estos residuos permitiría no sólo reducir los desechos, sino también disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Además, el proyecto pretende demostrar la sosteniblidad de las plantas de biogás.
En el caso de las deyecciones de los cerdos, el tratamiento que hoy más se utiliza es la cogeneración. Queman gas natural y con el calor que obtienen producen electricidad y secan los purines para que su transporte no sea caro. «El secado de purines, que consiste en quemar gas natural para deshidratarlos y utilizarlos como fertilizante, no es sostenible por su alto coste energético», explica Pascual. De hecho, no tiene mucha lógica que se consuma una fuente fósil, aunque ésta sea la que menos CO2 genera, para gastar menos energía y dinero en el transporte, cuando se puede generar energía renovable, biogás. Bueno, lógica sí tiene, la de las ayudas a la cogeneración, sólo que ahora, desde la aprobación del Plan de Biodigestión de Purines, hay ayudas para fomentar la digestión anaerobia de estos residuos.
En definitiva, un paso más cerca para poder decir aquello de que del cerdo se aprovecha todo, hasta sus purines. Aunque el problema es que «son las deyecciones menos eficientes para producir energía porque son agua en un 95 por ciento, así que más valdrá mezclarlos con otros residuos para obtener rendimienots de biogás mucho más altos y hacer viables las plantas. Pero en todo caso se requeriría una tarifa más alta, como la existentne en Alemania, Dinamarca o Italia, si queremos que el sector se desarrolle como en esos países», explica Jorge Tinas Gálvez, coordinador del Grupo de Biogás de APPA y presidente de ADAP.
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