En promedio, los argentinos comieron por lejos más carne que nadie en el mundo: 73,5 kilos per cápita. Ello fue posible porque el Gobierno mantuvo relativamente pisado su valor, vía control de precios en supermercados, presión sobre frigoríficos para que abastecieran la gran barata a cambio de permisos para exportar, y el montaje de un sistema de subsidios (denominados compensaciones) a los establecimientos de engorde de ganado a corral, o feedlots.
Ese sistema, que se comenzó a montar hace dos años y fue cobrando una complejidad cada vez más difícil de desenmarañar, está por sucumbir. Según el especialista del sector Víctor Tonelli, lo que viene es un inexorable aumento de precios, que no se podrá evitar ni aunque el Gobierno reduzca las exportaciones a la mitad, en unas 300.000 toneladas. Y que será, por otra parte, el único modo de que se recomponga la cadena.
Tonelli, que ayer disertó en el seminario Agrotendencias ’09, realizado en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, llamó la atención sobre varios indicadores del colapso. Uno es el sistema subsidio-dependiente de los feedlots, que este año produjeron cerca del 40% de la carne. En lo que va del año, el Gobierno incrementó su deuda con ellos (compensaciones devengadas y no pagadas) en nada menos que $ 1.100 millones, desde los $ 260 millones de fin de 2008, señaló Tonelli.
Por otra parte, producto también de la sequía, los volúmenes de producción de carne y de exportación se recuperaron mucho este año, pero a costa del sacrificio de hembras y de animales jóvenes (es decir, de futuros stocks). Así, según Tonelli, “en 2010, habrá entre 8 y 9 millones de cabezas vacunas menos que en 2007, cuando comenzó todo este sistema”. El analista puso un ejemplo escalofriante: el 45% de lo exportado este año fueron vacas, contra el 25% que significaban en 2008.
AUMENTO INEXORABLE
Para Tonelli, la misma falta de animales levantará el precio del ganado cerca de 30%, desde fin del mes próximo, con un pico entre febrero y marzo. Como la intervención oficial desacopló los precios de las carnicerías de los más controlados de los supermercados, se produjo un reacomodamiento de márgenes con algunos colchones de rentabilidad. De modo que, según Tonelli, la mitad de ese 30% la podría absorber la industria (frigoríficos y curtiembres) y la cadena de comercialización, pero el resto iría a las góndolas.
Es que, para el especialista, el año próximo la oferta de carne va a caer entre 500.000 y 550.000 toneladas, lo que implica entre 13 y 15 kilos menos por habitante por año. “Es tan espectacular la caída, que si (el secretario de Comercio Interior Guillermo) Moreno redujera las exportaciones a la mitad, igual seguiría quedando un déficit de 8 o 9 kilos por habitante”. Un déficit que, por la paridad con el dólar de Uruguay y Brasil, sería inviable sustituir con importaciones.
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