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Las "Vacas locas"
Informe sobre la crisis planteada por la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) que afecta al ganado británico


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1. INTRODUCCIÓN
2. RESUMEN
3. INFORME
3.1 Los hechos
3.2 Declaraciones públicas de los Científicos.
4. EL ESTADO DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
4.1 La Enfermedad
4.2 Los Antecedentes.
4.3 El Debate Científico
5 EL MODELO DE PRODUCCIÓN CÁRNICA
5.1 Un Sistema en Cuestión
5.2 El Factor Económico 
6. DISTINTAS POSTURAS
6.1 Partidarios de Levantar el Embargo.
6.2 Los partidarios de Continuar con el Embargo
7. EL ANÁLISIS
8. ALGUNAS PREGUNTAS Y RESPUESTAS DE INTERES

 

1. INTRODUCCIÓN 

Este informe ha sido realizado por el Grupo de Trabajo de EEB del Instituto de Estudios de Consumo (IEC). Dicho grupo es dirigido por Carlos Arnaiz, tiene como árbitro a Emilo Muñóz, como ponente a Guillermo Díaz del Aguila y como secretario a Pedro Javaloyes.

2. RESUMEN

El problema de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) que afecta a la cabaña británica ha abierto una crisis en el seno de la UE. El Reino Unido ha fijado como fecha límite para empezar a levantar el embargo el próximo 21 de junio, cuando se celebre la cumbre de la UE en Florencia.

En este contexto se hace difícil separar el tema científico y sanitario de la coyuntura política y de los intereses económicos sectoriales de los países de la UE. De acuerdo con las declaraciones públicas de algunos expertos del Comité Veterinario Permanente, todo parece indicar que existe una dificultad notoria para abordar el tema en función del riesgo sanitario y de las prioridades que este riesgo supone.

La confusión pública es grande y los factores emocionales empiezan a añadir elementos de distorsión considerables. Hasta ahora, la opinión pública europea no sabe si la oposición a levantar el embargo obedece al imperativo de velar por la salud pública, o se hace para proteger la salud de la cabaña europea del vacuno, o para impedir el hundimiento de los mercados, o bien es otro episodio del tópico conflicto del Reino Unido con sus socios europeos.

La investigación científica en este campo todavía no está en situación de definir las variables fundamentales (relación causa-efecto inequívoca entre la EEB y el Creutzfeldt Jakob atípico, mecanismos de contagio horizontal y vertical, etc.).

De un lado, urge definir el riesgo real e inmediato que supone para la salud de los consumidores la EEB (y esto implica la transparencia pública de los datos epidemiológicos y de los avances de la investigación). Del otro, se hace necesario diseñar unas medidas que impidan la propagación de la enfermedad en los vacunos. Finalmente, se impone el apoyo a la creación de instancias específicas de investigación, seguimiento y control, para estar en condiciones de prevenir los riesgos que puedan plantearse a más largo plazo.

El presente documento intenta resumir la situación planteada en su contexto como base de discusión. En primer lugar, para tomar posición ante el problema más urgente (conveniencia o no de mantener el embargo en los actuales términos). En segundo lugar, para analizar con mayor profundidad el problema que plantea la EEB y el modelo en vigor de producción cárnica.

  

3. EL INFORME  

I Los Hechos


Resumen de la situación política

El pasado 20 de mayo se celebró el Consejo de ministros de Agricultura de la UE. El Reino Unido se mantuvo firme en su exigencia de levantamiento del embargo que pesa sobre la carne británica, con el respaldo destacado de Francia y otros seis socios.

   
No obstante, para tomar esta medida el Consejo requería una mayoría cualificada que los británicos no pudieron conseguir. Siete países, liderados por Alemania, se mantuvieron firmes en la decisión de mantener el embargo hasta que el Reino Unido presentara al menos una propuesta que pudiera ser asumida por los expertos del Comité Veterinario Permanente, principal escollo con que ha topado hasta el momento la voluntad política de dar una salida a la crisis.
Los tres folios de intenciones presentados por el gobierno británico como respuesta a la exigencia de un Plan de Erradicación y control de la enfermedad, fueron calificados de "tomadura de pelo" de los expertos y la tensión alcanzó cotas muy elevadas en el seno de la UE.

 
El comisario de Agricultura, el austríaco Franz Fischler, no pudo sacar adelante su iniciativa (y Austria fue uno de los países que votó contra el levantamiento del embargo), pero, en cambio, propuso que se volviera a considerar la propuesta en el Consejo ordinario de ministros de Agricultura a celebrarse el 3 y 4 de junio, que al no exigir una mayoría cualificada permitiría empezar a desactivar la crisis.

 
El pasado 15 de mayo se había celebrado otra reunión extraordinaria del Consejo de ministros de Agricultura de la UE, que también debía considerar la posibilidad de levantar, o al menos suavizar, el embargo que pesa sobre la carne de vacuno británica desde el pasado 3 de abril.

 
Pese a la posición de los políticos europeos, favorables a ceder a una primera medida de apertura levantando el embargo sobre algunos derivados cárnicos, como sebo, gelatinas y esperma, finalmente se decidió, a propuesta española, "detener el reloj" ante la negativa del Comité Veterinario Permanente de la UE a emitir un dictamen favorable que arropara la decisión del Consejo de ministros.

 
A pesar de la presión recogida por la prensa europea durante los días anteriores a la reunión, el Comité Veterinario se negó a dar su beneplácito a la suavización del embargo antes de que Londres presentara un Plan de Erradicación al menos formalmente asumible por los científicos.

 
Sin embargo, existen claros indicios de que la posición de los científicos ha variado en las últimas semanas. En la primera semana de mayo, Agustín Piedrabuena, subdirector general de Sanidad Animal y miembro español del Comité Veterinario Permanente, declaró a la prensa: "Hay que buscar una salida (...). Si aplicamos sólo el elemento científico, la flexibilización podría retrasarse muchísimo tiempo y eso no lo pueden aceptar ni la economía, ni la política, ni los gestores de la crisis como yo". (El País, 2 de mayo, p. 32).

 
Pocos días después, el mismo Agustín Piedrabuena declaró: "La Comisión no está actuando como árbitro y está permitiendo que el Reino Unido se salte las reglas de juego" (Diario 16, 9 de mayo, p. 28). Y también, entre otras declaraciones de elevado voltaje: "Desde el punto de vista técnico veterinario se debe garantizar que el embargo sólo se suavice cuando esos productos procedan de granjas que han estado libres de encefalopatía espongiforme bovina y esto sólo se puede saber si el Reino Unido presenta un Plan de Erradicación de la enfermedad que aclare qué granjas están o han estado afectadas y cuáles no" (ibid).

 
Sin duda, se trata de declaraciones significativas. Piedrabuena es uno de los expertos que mayor irritación pública había mostrado con la solución política que estaba fraguándose para empezar a cerrar la crisis, desde que el Consejo de ministros de Agricultura de la UE decidió el embargo de la carne británica el pasado 3 de abril, después que el gobierno de John Major reconociera oficialmente, el 21 de marzo, que "no podía descartarse la posibilidad de contagio".
Las críticas de Piedrabuena a la Comisión Europea, y también a la actitud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), como al gobierno del Reino Unido por negarse a elaborar un Plan de Erradicación de la enfermedad, se contaron entre las más enérgicas.

 
En relación al Plan de Erradicación, no sólo no se ha presentado, sino que todo indica que ya no se presentará en los términos de la primera exigencia. En los últimos textos de Bruselas ni siquiera se le menciona explícitamente y, de hecho, el tema se eludió en las conclusiones del Comité Veterinario Permanente previas al Consejo de ministros del 15 de mayo (El País, 1 de mayo, p. 26).

 
Franz Fischler, comisario de Agricultura, declaró en vísperas del Consejo extraordinario del 15 de mayo: "Nos limitamos a seguir las orientaciones políticas del Consejo de ministros, que defiende un levantamiento paulatino del embargo" (El País, 9 de mayo, p. 28).

 
En medio de unas y otras declaraciones, según la prensa europea, hubo una carta de John Major a Jacques Santer, presidente de la Comisión Europea, urgiéndole a levantar el embargo, unas declaraciones amenazadoras del ministro británico de Exteriores, Malcom Rifkind, protestas airadas del ministro de Agricultura británico, Douglas Hogg, ante la UE, rumores insistentes de represalias británicas y claras presiones norteamericanas.

 
Helmuth Kohl viajó a Londres a comer buey británico con John Major y tranquilizar a los ingleses, en los últimos días de abril, en un gesto de clara significación política. Entonces se produjo un desmentido del vicepremier británico, Michael Haseltime, asegurando, contra las insinuaciones del ministro de Exteriores, M. Rifkind, que el Reino Unido no pensaba tomar represalias por este tema (El País, 2 de mayo, p. 32).

 
El siguiente visitante fue el presidente francés, Jacques Chirac, ya en vísperas de la reunión del Consejo de ministros en Bruselas. Chirac no sólo se mostró especialmente sensible a las tesis de Londres, sino que en su discurso ante el parlamento británico intentó, sin éxito, suavizar la demora de la solución política de la crisis recordando la importancia que tiene "la voz británica" en el marco de la Unión Europea. La prensa europea informó que esta visita no había conseguido mitigar la irritación del Reino Unido por la demora de la UE en levantar el embargo.

 
Según opinaron los principales analistas de la prensa, todo indica que John Major recibió garantías concretas de que, en la reunión extraordinaria del día 15 de mayo, el Consejo de ministros de Agricultura de la UE levantaría el embargo, o lo suavizaría drásticamente, con el respaldo de un dictamen del Comité Veterinario Permanente.

 
No ocurrió así. Los rumores sobre la posibilidad de que la Comisión Europea levantara el embargo por mayoría simple en el marco de una reunión ordinaria, sustituyendo al Consejo extraordinario de ministros de Agricultura, que requiere mayoría cualificada, fue valorada como posible salida de emergencia, pero muy probablemente descartada o aparcada de momento por los imprevisibles efectos socioeconómicos que podían derivarse de un enfrentamiento público entre políticos y expertos europeos en un tema grave de salud pública que ya ha tenido un fuerte impacto sobre los mercados.
 

La presión sobre el Comité Veterinario Permanente ha sido muy fuerte, según estas mismas fuentes. Si bien llegó a estimarse hasta última hora la posibilidad de tomar la medida, incluso sin el visto bueno de los expertos, siempre se consideró vital que éstos se plegaran a las razones políticas, dado que, en caso contrario, la medida quedaría bajo sospecha, sin el paraguas protector del "aval científico oficial", y podía provocar el hundimiento definitivo de los mercados cárnicos a escala no ya británica, sino europea.

 
Los expertos, conscientes de sus bazas públicas, han demorado el "aval" a una "suavización" que, no obstante, declaran ahora en principio aprobar, si el Reino Unido presenta un Plan de Erradicación de la enfermedad.
Pero el Reino Unido no está dispuesto a renunciar a su exigencia de levantamiento inmediato del embargo. El desmentido de Haseltime no impidió que, pocos días más tarde, como respuesta al Consejo de ministros del día 20 de mayo, un John Major arropado por los euroescépticos conservadores y el clima de patriotismo exaltado que empieza a proyectarse desde las páginas de los periódicos británicos, diera entidad a las amenazas veladas del titular de Exteriores, Malcom Rifkind.

 
Major ha declarado públicamente que el Reino Unido piensa, en efecto, tomar represalias si no se produce un levantamiento inmediato del embargo. También declaró que no aceptará un levantamiento parcial de productos secundarios como la gelatina. De un lado, el Reino Unido ha mostrado su irritación con Alemania y España. Del otro, ha dicho que piensa paralizar el funcionamiento de la UE en todo lo que le sea posible. Estas medidas podrían empezar a hacerse efectivas el 21 de junio con ocasión de la próxima cumbre europea.

 
Sin embargo, a pesar del anuncio, estas represalias empezaron a hacerse efectivas el 28 de mayo, con el bloqueo de 16 iniciativas en diversas comisiones de la UE. De momento se trata de un bloqueo "horizontal", pero ha introducido elementos de tensión. Ya ha habido una respuesta española: el anuncio de que si el Reino Unido no es coherente y no veta en el futuro las iniciativas que le favorecen, comportándose discriminatoriamente, entonces España vetará a su vez las propuestas que el Reino Unido promueva.

 
La contraofensiva de John Major incluyó el día viernes 24 de mayo la presentación, ante el Tribunal europeo de Justicia con sede en Luxemburgo, de una solicitud para que levante el embargo por considerar que su imposición supuso un acto ilegal. Este cuestionamiento de la legalidad de una decisión del Consejo de ministros de Agricultura, respaldada por un clima social irritado, favoreció la estrategia política euroescéptica del ministro de Exteriores, Rifkind, y del titular de Agricultura, Douglas Hogg.

 
La actitud inflexible de los británicos ha convertido el problema sanitario en una crisis política. En el fondo, es políticamente como puede entenderse y leerse la posición francesa, que se inclina por su antiguo aliado británico como fórmula de contrapeso al liderazgo continental alemán.

 
En este sentido, la dinámica de las alianzas políticas parece reproducir, en clave afortunadamente no cruenta, las alternativas geopolíticas del escenario europeo anterior a la segunda guerra: firme oposición británica a la emergencia de una potencia continental fuerte (Alemania) y conciencia francesa de su propia debilidad para oponerse en solitario al liderazgo de sus vecinos del norte.

 
La tensión política, tal como está planteada, resulta peligrosa para la UE y demanda con urgencia una fórmula para desactivar una confrontación que no beneficia a nadie y que, incluso, puede terminar por derivar en una situación fuera de control, con gravísimas consecuencias económicas, sociales y políticas.

 
Pero no se trata sólo de un problema de voluntad política. El gobierno alemán teme, sobre todo, la respuesta social de una sociedad especialmente sensible a los problemas medioambientales y sanitarios, con una especial fobia antibritánica por razones históricas evidentes y que puede generar un factor añadido de descontento y desequilibrio en el contexto de la actual crisis económica, en el caso de que su gobierno ceda posiciones.

 
Este riesgo de contestación social y deterioro del prestigio político del gobierno Kohl se ha hecho mucho mayor como consecuencia de la actitud beligerante y escasamente negociadora de los británicos, empeñados en imponer a la UE una solución políticamente inaceptable para la sociedad europea.

 
Por otro lado, también juegan los intereses económicos de las cabañas europeas que teóricamente podrían beneficiarse con un embargo prolongado de la carne británica. No en vano, como respuesta a las declaraciones amenazadoras de Major se produjo una inmediata declaración pública de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de España, que ha anunciado su intención de presentar una queja formal ante la Comisión de Organizaciones Profesionales Agrarias (COPA) por la actitud de John Major ante las instituciones comunitarias.

 
No obstante, a la luz del conocimiento actual sobre la EEB y la posibilidad de contagio interespecífico a través de la ingesta, los responsables políticos no pueden descartar que este tipo de actuaciones pueda volverse contra los intereses que representan, en el caso de confirmarse ciertas hipótesis científicas, como veremos al ocuparnos del estado de la investigación científica sobre este tema.

 
En este sentido, será sencillo deducir el tipo de graves inconvenientes que podrían derivarse, en el futuro próximo, si el avance de la investigación configurara los escenarios menos favorables que permiten proyectar en prospectiva las hipótesis de trabajo de los especialistas.



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