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1. Introducción.
2. Otros aspectos.
3. El medio ambiente.
4. El equipamiento.
4.1. Naves para ponedoras sobre yacija.
4.2. Naves de aviarios.
4.3. Naves de baterías.
1. INTRODUCCIÓN.
A diferencia de hace años, cuando prácticamente
todo el sector del huevo estaba basado en la producción
con gallinas alojadas en batería, las obligaciones impuestas
por la Directiva 1999/74/CE que velan por el bienestar
de las ponedoras, exige a todos los productores de los
países integrantes de la Unión Europea a cumplir con
unas determinadas normas en torno a las condiciones del
alojamiento, tanto si éste es el standard de las jaulas,
como alguno “alternativo”. Un resumen de las opciones
disponibles se muestra en la tabla 1.
Veamos algunos criterios a considerar en la elección
del sistema de producción de huevos.
- La densidad de población en el gallinero que,
desde el punto de vista de la ocupación de la superficie
edificada, en la práctica variará entre estos límites:
- Suelo, en un solo nivel: 7-8 gallinas/m2
- Aviario, en varios niveles: 12-35 gallinas/m2
- Baterías “enriquecidas”: 40-60 gallinas/m2
Téngase presente, además, que con los dos primeros
sistemas se admite la posibilidad de que las gallinas
tengan acceso a un parque exterior, con lo que sus
huevos adquirirían la calificación de “camperos”.
- La inversión por gallina, que siempre será más
elevada en el caso de las gallinas sobre yacija o en aviario–del orden de unos 25 a 35 €/ave– que en el de la batería
–de 21 a 28 €/ave-, para las dimensiones más habituales
de las edificaciones actuales, siempre mayores en este último caso que en aquellos.
- La productividad que se espera obtener con cada
sistema, medida no tanto ya por el ritmo de puesta, que
puede ser muy similar entre los distintos sistemas, sino
por la ingesta de pienso, siempre superior en las gallinas
en el suelo o en aviario que en las de batería –por sus
mayores requerimientos energéticos a causa del ejercicio
que realizan-, del orden de unos 5-10 g menos por
gallina y día. Y esto, traducido en términos de la conversión
alimenticia, representa unos 75-120 g menos de
pienso por docena de huevos … un montón de dinero.
- La mano de obra necesaria para una determinada
población, siempre mayor en explotaciones sobre yacija
o en aviarios que para aves en batería. Es lo que se
denomina UTH –Unidad de Trabajo Humano-, es decir, el
número de ponedoras que puede llevar una persona en
una jornada laboral, tema sobre el que, aun no habiendo
apenas información, nos atreveríamos a decir que la
batería resulta imbatible pues mientras en una granja de
este tipo podrían considerarse unas cifras entre 60.000
y 80.000 cabezas, en explotaciones en el suelo o en
aviarios no se podrían llevar más de unas 40.000.
- El diferente manejo de cada sistema y la aptitud
para llevarlo a cabo ya que si bien entre gallinas sobre
yacija o en aviarios parece más “natural” e incluso
agradable por trabajar frecuentemente con naves de
ventilación natural, la recogida de los huevos puestos en
el suelo –pocos o muchos, según circunstancias, pero
ciertos– no deja de ser un inconveniente.
- El abastecimiento de las pollitas recriadas
adaptadas al sistema ya que, al menos hoy por hoy, la inmensa mayoría de aves a punto de puesta –unas 17
semanas– que se encuentran en el mercado han estado
criadas en baterías, con lo que solo deberían ser alojadas
en éstas durante su período de puesta posterior. Y si bien
actualmente también es posible abastecerse de pollitas
criadas sobre yacija para ser explotadas durante su
producción de esta forma, al menos en España aun no
resulta fácil disponer de aves criadas en aviarios, lo cual
es un requisito indispensable para quien piense dedicarse
a la producción de huevos por este sistema.
Tabla 1. Posibles sistemas de producción de huevos comerciales en la UE (*).
La inmensa mayoría de aves a punto de puesta –unas 17
semanas– que se encuentran en el mercado han estado
criadas en baterías, con lo que solo deberían ser alojadas
en éstas durante su período de puesta posterior. Y si bien
actualmente también es posible abastecerse de pollitas
criadas sobre yacija para ser explotadas durante su
producción de esta forma, al menos en España aun no
resulta fácil disponer de aves criadas en aviarios, lo cual
es un requisito indispensable para quien piense dedicarse
a la producción de huevos por este sistema.
- El mercado del huevo, con precios tal vez diferentes
según el sistema. Éste es, creemos, el meollo del
problema ya que si por todo lo dicho hasta ahora se puede
deducir que la batería sería el sistema de elección, ¿ que
podríamos argumentar ante quien, en vez de comercializar
los huevos a través de una marca de la distribución
–MDD-, al precio que la cadena de turno le imponga, lo
hace detallándolos en unos mercados locales con un
precio tal vez un 10-20 %
superior y, además, con
unas mínimas oscilaciones
durante todo el año?.
Como puede verse, la
toma de una decisión al
respecto es muy difícil,
dejando a la consideración
del lector el sopesar
todos estos puntos.
2. OTROS ASPECTOS.
Fuere el tipo de explotación
que fuere y suponiendo
que ya se ha tomado una decisión a favor de
alguno determinado, de su dimensión y del abastecimiento
de las pollitas a punto de puesta, lo primero a
asegurar es lo referente a la idoneidad del lugar en el que
se piensa montar la granja.
Esto requiere, obviamente, el correspondiente permiso
municipal, para lo cual lo primero a considerar es la
calificación del terreno para ver si en el mismo, a tenor
del plan de ordenación de la población, se puede desarrollar
la actividad avícola que nos proponemos realizar. Sólo
después de haber tenido contestación, por escrito, a esta
petición y teniendo en cuenta la implicación del Ayuntamiento
en ello, por ser vinculante si es positiva, se debería
seguir adelante con el proyecto en el lugar elegido.
Los trámites a seguir para la necesaria aprobación
administrativa para la instalación de la granja son complejos
por requerirse el correspondiente permiso municipal
para el desarrollo de la actividad, el de los Departamentos
de Producción Animal y Sanidad de la Comunidad Autónoma e incluso del de Medio Ambiente de ésta, a fin
de asegurarse el cumplimiento de la normativa
medioambiental de la zona. Todo ello, contando con la
preparación de los proyectos por parte de un técnico y de
su visado, puede llevar varios meses, en dependencia de
la envergadura de la obra y de la localización de la granja.
Otro aspecto es referente a la duda planteada a
veces: ¿nave prefabricada o construcción clásica de
obra?. Si bien hace muchos años, con mano de obra de
bajo coste, lo habitual era esto último, recurriendo a un
contratista local para realizar la obra, de acuerdo con el
proyecto y las dimensiones necesarias, según el equipo
a instalar, hoy las circunstancias han cambiado y todo
se decanta a favor de las instalaciones “llaves en mano”.
Téngase presente que la construcción de obra supone
la contratación de la obra civil por un lado y la
instalación eléctrica y la fontanería por otro, todo lo cual
tiene que ajustarse a lo
requerido para la ventilación,
calefacción y
eventual refrigeración.
En este caso, los desajustes
entre los distintos
proveedores no son
infrecuentes, de lo cual
el que resulta perjudicado
es el criador, por retrasos,
encarecimiento de
la obra, etc.
En el caso de una nave
prefabricada el responsable
de su ejecución es
la empresa con la que se
ha contratado, que previamente ha entregado el proyecto
detallando las características de los cimientos y el
pavimento de la nave en cuestión. Luego, realizado esto,
es la empresa del proyecto “llaves en mano” la que
realiza éste hasta en los más pequeños detalles de la
ventilación, calefacción, silos de pienso, etc., en caso de
haberse contratado y, además, cumpliendo con los
plazos estipulados.
Una última consideración avala nuestra recomendación:
el tiempo necesario para la obra, indeterminado,
pero mucho mayor, en el caso de la construcción local,
a diferencia de los proyectos “llaves en mano” que
generalmente ya cumplen con lo que se ha firmado en
el plazo estipulado.
3. EL MEDIO AMBIENTE.
Otra duda clásica habitual es referente al tipo de
medio ambiente a elegir, si totalmente natural –la nave con ventanas–, o de ambiente controlado –nave cerrada
y con ventilación forzada-, pasando por el punto intermedio
-ventilación mixta-, es decir, con ventanas pero
con asistencia de algún ventilador.
Sin entrar a fondo en
el tema para no alargarnos
en exceso, podíamos
decir que, tratándose de
instalaciones de tamaño
“industrial” -para varios
miles de gallinas, digamos
por encima de
10.000-20.000 cabezas–
hoy todo se decanta
a favor o bien de las naves
de ventilación forzada o
bien de las “mixtas” o de
ventilación asistida.
La ventaja de estos
sistemas estriba en que
el local se halla en unas
condiciones ambientales–temperatura, humedad, control de amoníaco, etc.-
bastante independientes del medio ambiente exterior,
mucho más que en el caso de jugar solo con la abertura
y cierre de ventanas, amén de otras posibles trampillas.
Y aunque el coste de los sistemas que se precisan, unido
al de la seguridad del suministro eléctrico, no sean
despreciables, el poder ofrecer a las aves unas mejores
condiciones ambientales es algo que compensa
sobradamente.
Un punto importante es el tamaño de la explotación
pues, evidentemente, no sería lo mismo una instalación
para 5.000 gallinas camperas que una gran nave en la
que quisiéramos alojar 120.000 ponedoras en batería.
En el primer caso, la pequeña densidad de población,
junto con la existencia de unas trampillas para salida de
las gallinas al parque, no justifica un sofisticado
equipamiento ambiental sino, todo lo más, unos mecanismos
automatizados para la apertura y cierre de las
ventanas. En cambio, la elevada concentración animal
en las actuales naves de baterías hace impensable un
control ambiental adecuado de no contar con ventilación
forzada –generalmente por depresión, en invierno–
e incluso unos mecanismos de refrigeración –por“coolings” o paneles húmedos- y/o con el efecto del
rápido movimiento de aire proporcionado por un sistema
túnel, para el verano.
Y otro aspecto, obviamente, es el referente al clima
de la localidad pues cuanto más extremo sea, bien por
unas elevadas temperaturas de verano, bien por unas
muy marcadas diferencias entre invierno y verano, más precisa de la ventilación forzada, así como el contar con
algún medio de refrigeración.
No entramos en el detalle del equipo necesario en los
diferentes casos, por ser obvio. En ventilación natural, la
apertura-cierre mecanizada
de ventanas que recomendamos
solo precisa
disponer del motor-reductor
correspondiente, aparte
del sensor termostático
que, a tenor de la temperatura
exterior y de los
parámetros interiores que
hayamos fijado, determine
las ventanas que hay
que accionar.
En naves de ventilación
forzada la situación
es diferente por poder
precisarse, según el grado
de sofisticación que se ha
requerido, de:
- ventiladores-extractores de mínimos, para gran
parte del año.
- ventiladores de gran caudal, para verano y/o para
conseguir un efecto túnel.
- trampillas para entrada de aire, con accionamiento
centralizado.
- paneles de humidificación.
- sondas de temperatura y humedad.
- ordenador para controlar todos los parámetros.
4. EL EQUIPAMIENTO.
Lo trataremos por separado por ser muy diferente el
que se requiere para los tres tipos de explotaciones .
4.1. Naves para ponedoras sobre yacija.
Naves para ponedoras sobre yacija.
Partiendo de la baja densidad de población del
sistema, la disposición más generalizada es la de contar
con un espacio central de aseladeros y/o “slats” cubriendo
un foso de deyecciones, con yacija a ambos
lados del mismo.
Los requisitos ordenados son los siguientes:
- Zona de yacija: como mínimo, 250 cm2 por gallina
y ocupando, al menos, un tercio de la nave.
- Aseladeros: proveer un espacio de 15 cm por
gallina, al menos, distando entre ellos 30 cm.
- Nidales: uno cada 7 gallinas, de ser individuales, y
si son colectivos disponer de un área de 1 m2 para cada
120 gallinas, como mínimo.
- Comederos: un espacio mínimo 10 cm por gallina,
de ser de canal, o bien de 4 cm por gallina, de ser platos.
- Bebederos: un espacio mínimo de 2,5 cm por
gallina, de ser de canal, o bien de 1 cm por gallina, de ser
de campana, o bien de 1 tetina o copa cada 10 aves.
Dado el tamaño relativamente pequeño de estas
naves, lo antes indicado acerca de acudir a una instalación
“llaves en mano” aquí no tiene tanta aplicación
como en los restantes casos y es el propio criador quien
suele elegir los materiales
y adquirirlos por
separado, en función
de sus precios o preferencias
personales.
Si se trata de ponedoras
de huevos camperos,
debido a la exigencia
de tener acceso
a parque deberán
disponer de trampillas
o aberturas en los muros– en una o las dos
fachadas, según se
prefiera -, en una anchura
total de, al menos,
2 m para cada
1.000 aves.
4.2. Naves de aviarios.
La legislación actual no prevé nada especial para
estas instalaciones en las que las aves ocupan el espacio
en sus tres dimensiones. Sin embargo, en cuanto al
número de niveles en la nave, la ya repetida Directiva
indica que el máximo podrá ser de 4, debiendo haber una
distancia entre ellos de, al menos, 45 cm y estando
situados de forma que se impida la caída de deyecciones
sobre los pisos inferiores.
Aquí sí hemos de hacer una observación importante
en cuanto a la densidad de población. Ésta podrá ser, al
igual que en el caso anterior, de 9 gallinas/m2 de superficie“utilizable”, lo que significa que no se acepta el
espacio ocupado por los nidales que, por tanto, debe
descontarse del total de la nave aunque, en contrapartida,
al permitirse la inclusión del área ocupada por los
slats colocados a diversas alturas, se puede llegar a doblar
casi esta densidad.
En la práctica, los primeros modelos comerciales de
aviarios, aparecidos en el mercado europeo en la década
de los 90, suelen operar con unas densidades de población
que, a lo sumo, doblan a la de gallinas en el suelo,
es decir, del orden de unas 15 gallinas/m2 ó poco más. Sin
embargo, la necesidad de ahorrar en costes de instalación
y ocupar, en lo posible, un espacio parecido al de las
instalaciones de baterías de múltiples pisos, ha hecho
que en algunos países del norte de Europa -Alemania y
Holanda, especialmente– se haya ido hacia la construcción
de naves de dos pisos y, por tanto, con bloques de
aviarios a dos niveles. En tales casos, la densidad de
población por unidad de superficie de la planta llega a
doblarse casi, como ya hemos indicado antes.
Queremos insistir,
sin embargo, en que la
idea de la libertad de
movimientos, de la gallina,
en todos los sentidos
-a lo largo, lo ancho
y en la altura del
gallinero- requiere que ésta aprenda a acceder
a los niveles superiores
del local para encontrar
el pienso y el agua,
así como para poner los
huevos. Para lo primero,
el pienso y el agua,
esto requiere que los
comederos y bebederos
hayan de situarse
a diferentes alturas o varios niveles en el conjunto del
equipo, de lo que las empresas que comercializan los
aviarios ya se han ocupado debidamente.
El tercer aspecto, el lugar de puesta, es el más
delicado ya que el nidal debe ser fácilmente accesible y
atractivo para que la gallina ponga en él los huevos, sin
estar tentada a hacerlo en el suelo y sobre la cama. Por
consiguiente, si el sistema está bien concebido y las
gallinas se han entrenado para el fin indicado, la libertad
de movimientos, no aparece el posiblemente mayor
enemigo de los sistemas de producción alternativos, la
puesta de huevos en el suelo. Pero para ello debemos
insistir sobre la necesidad de que las pollitas que van a
alojarse durante la puesta en un aviario hayan sido criadas
también en una instalación de este tipo.
Como es obvio, además, dado el ya cierto tamaño de
estas instalaciones –por o general, de 20.000 gallinas en
adelante-, él reparto de pienso y la recogida de huevos están
mecanizados, con aquel generalmente mediante sistemas
de cadena y ésta llevada hasta un almacén centralizado
mediante cintas que pasan por detrás de los nidales.
Esto implica, lógicamente, la necesidad de acudir a
un fabricante de tales equipos para pedir un presupuesto
del proyecto “llaves en mano” -con la edificación incluida,
o no– en el que todo esté coordinado perfectamente.
En la UE actualmente hay una media docena de empresas
capaces de realizar estos proyectos. La otra opción, como la
mencionada para aves sobre yacija, adquiriendo cada parte
del equipo por separado, aquí ya no nos la planteamos.
Recordaremos también que, al igual que en el caso
anterior, nada obsta para que las gallinas alojadas en un
sistema aviario puedan tener acceso al exterior para
clasificarse como productoras de huevos camperos y
acceder así al “código 1” para la venta de estos. En este
caso, el tamaño de las trampillas para acceso al parque
debe cubrir también lo antes indicado.
4.3. Naves de baterías.
Aquí damos ya un paso más en el sentido del aprovechamiento
del espacio en su aspecto “vertical”, lo que ha venido motivado
por las restricciones de la ya repetida
Directiva, que ha obligado a sustituir
las jaulas convencionales por
las llamadas “enriquecidas”, con
unos mayores requisitos espaciales
para las aves.
En esta situación, el paso lógico
de los productores de jaulas ha sido
ofrecer en el mercado unos modelos
que, en vez de los 3 a 6 pisos de los
modelos convencionales, llegan al
menos hasta 8, y más frecuentemente
10 pisos, en el momento de
escribir estas líneas. En este contexto,
para el acceso a los pisos superiores
de jaulas no basta con la típica
escalera o plataforma móvil que se
ha empleado con las baterías convencionales
sino que, además, se
requiere disponer de pasillos a media
altura en unos locales que, muy
frecuentemente, pueden alcanzar
al menos unas alturas de 8-10 m en sus aleros.
En cuanto a las baterías en si, la ya repetidamente
citada Directiva establece los siguientes requisitos:
- Una superficie mínima de 750 cm2 por ave, de la
que, al menos 600 cm2 tendrán una altura mínima
de 45 cm. La diferencia entre estas superficies será
un nidal con una altura de, al menos, 20 cm, en tanto que la superficie total de la jaula será de 2.000 cm2,
como mínimo.
- Un nidal provisto de yacija para que las aves puedan
escarbar y picotear.
- Los suficientes aseladeros para proveer un espacio
por ave de 15 cm, como mínimo.
- Un espacio de comedero de 12 cm, al menos,
por ave.
- El acceso de cada gallina a 2 bebederos de tetina o
cazoleta, como mínimo.
- Un dispositivo para limar las uñas de las gallinas.
Además, las baterías del piso inferior deben estar a
una altura mínima del suelo de 35 cm y los pasillos entre
las jaulas deberán tener, al menos, 90 cm de anchura.
Como es lógico, aquí tampoco hay ninguna discusión
acerca de la necesidad de acudir a alguno de los
fabricantes acreditados de jaulas para la adquisición y el
montaje del equipo necesario, con o sin la nave incluida,
con sus instalaciones de electricidad, fontanería, silos,
etc. En general, las jaulas actualmente
en el mercado coinciden en
algunos detalles de fácil resolución
–la colocación de los bebederos, el
espacio del nidal, el dispositivo para
limar las uñas, etc.– pero aún tienen
ciertas diferencias en torno a
algunos aspectos no resueltos totalmente.
Un aspecto de particular importancia
en instalaciones de baterías–más aun que en aviarios–
es el de la retirada de las deyecciones
de la instalación y su posterior
tratamiento, si se desea. Lo habitual
en las instalaciones más modernas
es, previo un pre-secado “in
situ” o no, retirarlas mediante cintas
accionadas a días alternos, acumulándose
luego en un almacén
exterior hasta su eliminación de la
granja.
Nuestra opinión, para finalizar,
es la de que, dada la necesidad de adaptar todas las
instalaciones de baterías a lo establecido en esa Directiva
a partir del próximo mes de enero, la competencia
entre las empresas fabricantes de jaulas hará que algunos
detalles, hoy todavía no del todo resueltos, terminen
por perfeccionarse para que, al menos, la producción de
huevos en baterías siga siendo tan eficiente como lo ha
sido hasta ahora con los equipos tradicionales.
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